Hoy, tan sólo levantas el teléfono,
me hablas, te escucho
y te invade un llanto profundo.
(Comentas.)
-Quiero pedirte
que nunca me dejes de amar.
¡Porque yo aún te amo!
Ja, ja, ja, ja. (Me río.)
Qué ironía de la vida.
¡Ayer yo, y hoy tú imploras amor!
¿Sabes? Ambos quedamos
con estas añoranzas.
Te saqué de mi vida y de mí corazón,
tan sólo habitas en mis recuerdos,
pero mi alma no te añora.
¡Qué difícil fue olvidarte!
Mi mente confusa,
estaba vagando
por las alusiones del ayer,
preguntándose. ¿En qué te fallé?
¡Del porqué de tu traición!
Los momentos vividos
me mataron, me enloquecieron;
no sé, si sufría por olvidarte
o por amarte tanto.
Mis oídos escuchaban
los susurros de tu amor por mí.
Las cuencas de mis ojos
más profundas se hacían;
eran dos pozos,
que vacíos quedaron
de tanto llorar.
¡Y entonces! Hoy me pregunto.
¿Qué pasó de aquel arrogante?
¿Dónde quedó aquel hombre
que veía la vida a sus pies?
(Me comentas)
¡Qué no has amado a otra!
Eres experto en mentiras,
que hasta tú te las crees.
Me dueles; te amé,
pero sólo eres un dulce recuerdo
y aunque me duelas y no te olvidé;
no me harás más daño. Adiós.© Magali Aguilar Solorza
(Quiet Night)
Miércoles/Enero/7/2009 12:10:01 pm
Autora mexicana
(El derecho moral está constituido
como emanación de la persona del autor:
reconoce que la obra es expresión de la persona
del autor y así se le protege.)
Publicado en Poemas del Alma, poema No 137
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